martes, 28 de agosto de 2012

Eleanora Aguirre, ¡en sigueleyendo.es!


Y se pueden leer las primeras páginas del libro. 
Imprescindible dejar comentarios.

Oh, cómo amamos a la gente de Sigueleyendo:    

martes, 31 de julio de 2012

Entrevistas: ahora en la web de Irreverentes


Nuestro mundo occidental quiere parecer aséptico, expurgarse del ingrediente salvaje que lleva dentro. En México el ser humano camina sin piel: no hay impulso humano que no sea visible a plena luz.
Santiago García Tirado

(Linares, 1.967). Se presentó en 2.003, al ganar el premio Teruel con Un fotógrafo en la siesta. Sánchez Dragó calificó de «restallante » su prosa, y Javier Reverte se manifestó sorprendido: «es difícil encontrar un cuento tan redondo». Tras la publicación de su novela Un preso que hablaba de Stanislavski (Ediciones Irreverentes, 2006), la crítica afirmó «García Tirado estará seguro entre los grandes». Posteriormente ha publicado el libro de relatos Todas las tardes café (Ediciones Irreverentes, 2010), finalista del Premio Internacional de Relatos Vivendia. La presente obra ha ganado el V Premio Internacional Irreverentes de Novela. Ha participado en las antologías Microantología del microrrelato, Microantología del microrrelato II, Poeficcionario, 13 para el 21 e Hiroshima, Truman y es el editor literario de Asesinatos profilácticos. Dirige http://www.periodicoirreverentes.com
LA BALADA DE ELEANORA AGUIRRE
Pregunta.- La novela que acaba de dar a luz Santiago García Tirado se presenta como "la narración de un viaje". El viaje turístico es seña de identidad de nuestro tiempo, y se asocia a la cultura del entretenimiento. ¿Es su novela un ejercicio de entretenimiento?
Respuesta.- La necesidad de viajar surge de la fascinación ante lo desconocido. Es el acto de mayor arrojo, y por el que un ser humano se afirma frente a los suyos al romper la paz de su tribu. El que viaja es un ser que decepciona y frustra las esperanzas que los suyos tienen puestas en él. Por eso el viaje es también una metáfora ideal de lo que constituye una vida. El Quijote es la narración de un viaje. Todos los elementos de una vida (azar, peligro, insatisfacción, deseo) están representados en El Quijote, con toda su fértil constelación de símbolos. Mi viaje, como ves, no tiene nada que ver con la cultura del entretenimiento que caracteriza al mundo actual.
P.- Eliges un tiempo y un lugar que de ninguna manera son los tuyos, contra la tendencia de los novelistas a representar su experiencia en primera persona y en el tiempo presente. ¿Por qué Eleanora Aguirre vive en México y por qué en los años 70?R.- Porque Eleanora se ha de convertir en el prototipo de ser humano libre según lo entendemos en este nuestro S. XXI. La protagonista vive una época que se desliza sobre el filo de un tiempo que muere (la época conservadora posterior a la Segunda Guerra Mundial) y un tiempo nuevo, impredecible, que inventará su propio esquema de necesidades y mecanismos para satisfacerlas (el mundo nuevo, representado por la revolución hippie). Que esa historia aparezca incardinada en el México de los años 70 tampoco es casual: México es el país desconcertante, desaforado, multiforme. Ningún otro lugar es capaz de mostrar en un mismo día la modernidad y el atavismo perfectamente ligados y en plena forma.
P.- La novela está atravesada de todo lo mexicano: la música, la historia, también la gastronomía. ¿Qué tiene México que no tengan otros lugares?R.- México es un descomunal enigma, por eso atrae con tanta fuerza. Ni siquiera un mexicano como Octavio Paz que dedicó algunas de sus mejores obras a entender su país fue capaz de hacerle un diagnóstico fiable. Los españoles sentimos México como un país hermano con el que compartimos lengua y un sinfín de proyectos. Pero es un país que cada día nos descubre una cara nueva, siempre sorprendente, a veces incluso una mirada torva. Es el país en el que la vida y la muerte caminan de la mano como gemelas que saludan con naturalidad a quienes se cruzan por la calle. Nuestro mundo occidental quiere parecer aséptico, expurgarse del ingrediente salvaje que lleva dentro. En México el ser humano camina sin piel: no hay impulso humano que no sea visible a plena luz.
Pero a la vez México es vital, luminoso. La música tradicional mexicana está llena de múltiples ecos, todos originales. Su gastronomía es soberbia. Su paisaje está colmado de iconos por explotar. Eso también es México. Un tesoro lleno de cosas conocidas del que a menudo emergen joyas que ni se recordaba. Eso es lo que hace de México el país de la fascinación.
P.-Háblenos de La balada de Eleanora Aguirre. ¿Cómo empieza? ¿Quién es es muchacha de un colegio de Nuevo León?R.- Eleanora Aguirre es una chica formal, que estudia en un internado de monjas. Corre el año 1.970. Sus expectativas son las de cualquier mujer de la época a la que le han enseñado que el papel de una mujer tiene que ver con la formación de una familia. Eleanora Aguirre ni es partidaria ni es disidente de esta idea. No la ha puesto en entredicho, pero es que no ha visto otro planteamiento diferente a lo largo de su corta experiencia. Hasta que se cruza en su camino la imagen de Janis Joplin. Desde que la ve en un cine entra en estado de desasosiego, y piensa que ya no puede entender nada si no es a partir de esa imagen nueva de mujer independiente. En ese momento se echa a la carretera con el objetivo de ir hasta la cantante para conocerla, lo que provocará a su alrededor un desplazamiento de fuerzas que da mucho juego narrativo. La historia nace en México y rebosa de todo lo mexicano, pero Eleanora se empeña en mirar más allá, al nuevo mundo que promete esa revolución nebulosa que está personificada en Janis Joplin.
P.- La novela representa un cambio de rumbo dentro de tu obra: cambian los temas, cambia el paisaje. ¿Respondes a un capricho, a un intento de introducir variedad en tus historias??R.- La balada de Eleanora Aguirre aparece como una novedad dentro de mi obra: hasta he tenido que poner a mis personajes a hablar como mexicanos. He tenido que indagar en esa época convulsa que fueron los años 70 y meterme de lleno en un mundo que vivía de sobresalto en sobresalto. Recrear esas coordenadas puede parecer un intento de parque temático caprichoso, lo sé, pero no es así. Hablo de México y de esos años pasados por exigencia temática. En mi primera novela, Un preso que hablaba de Stanislavski (Eds. Irreverentes, 2006), el protagonista era un actor que estaba en la cárcel por razones oscuras, que se iban desovillando a lo largo de los interrogatorios. Se hablaba allí de la responsabilidad del autor, como creador y como pieza de un mundo en tela de juicio. Elegir ese tema no fue algo premeditado. La historia seguía un desarrollo propio con elementos de novela negra, y se puede leer como una historia cerrada, sin más. A mí me sorprende, ahora que miro con cierta distancia, que exista una coherencia temática entre aquella novela y La balada de Eleanora Aguirre: en la primera, el autor dirime la cuestión de cuál va a ser su papel, qué función vislumbra para su obra; luego, en la segunda, se lanza al camino, en una lucha cuerpo a cuerpo con la realidad para abrirse paso, en lo que es un ejercicio existencial. Ahora supongo que debería escribir sobre las fuerzas que se baten en ese mundo, sobre el Bien y el Mal. Y en efecto, en eso estoy trabajando.
P.- Pues ya que hablamos de México: ¿cuáles son sus preferencias entre autores mexicanos?R.-Hay muchos autores mexicanos que ya son parte de mi ADN literario. No veo necesario volver a señalarlos. Pero sí quiero hablar de los actuales: destaco el pulso decidido de autores que buscan abrir caminos nuevos, como Antonio Ortuño, Jorge Volpi y Mario Bellatin; la inteligencia (y la valentía) de cronistas del México actual, como Sanjuana Martínez y Juan Villoro; y una autora joven como Susana Corcuera que me ha sorprendido gratamente con los relatos de A machetazos, una obra que recupera el México rural, donde se muestra en todos sus matices el México multiforme que me fascina.

viernes, 27 de julio de 2012

Entrevista en Llibres per llegir (en catalán)


Santiago García Tirado, entrevista

(Publicada originalmente AQUÍ)
Llxll: Què és per a vostè la novel·la negra?
D'un costat és un exercici de narrativa pura, un concepte que ha anat degradant-se sota el pes de la narrativa mal entesa com a “culta” (assimilada a “acadèmica”). En la seva variant genèrica negra la narrativa opta per la seva temàtica a enfrontar-se al seu temps a la vista de tots, sense por a assenyalar ni l'estupidesa ni la corrupció. Com es pot veure es tracta d'una actitud doblement intrèpida.

Llxll: Creu que la novel·la negra és un gènere infravalorat?
Ho és. I a aquest desconeixement contribueixen els dos costats implicats la relació. Els autors (i lectors) del gènere negre, que es mostren sovint fàcilment complaents amb obres maldestres i desmanyotades, encara que certament entretingudes. Els autors i crítics de la novel·la culta massa ofuscats per la lluentor de l'acadèmic, o l'innovador o simplement la moda literària de torn, que ni tan sols concedeixen el benefici de l'anàlisi a obres que s'inscriuen en qualsevol variant de gènere. En la tradició espanyola, la literatura de gènere, solament per ser-ho, té adjudicada als seus senyals d'identitat un tret negatiu, d'inferioritat.

Llxll: La majoria de protagonistes de novel·la negra comme il faut per què tenen aquest aire d’spleen?
La novel·la negra és filla d'un desengany enfront d'un estat de coses i un model de món. L'autor no mira el món d'igual a igual. Ni tan sols des d'a dalt. La coneguda explicació de Valle-Inclán en relació amb l'autor teatral no serveix aquí. L'autor de la novel·la negra mira de gairell un món que se li va mostrar ladí, i pel qual va perdre tot interès. Acaba sent un malenconiós, un descregut. Que els seus protagonistes el siguin en igual mesura no és més que un fenomen de transferència.

Llxll: Parli’ns de la seva obra. Què té publicat? Està treballant en algun llibre? 
Els puc parlar de la meva última novel·la publicada, La balada de Eleanora Aguirre (Eds. Irreverentes, 2012). En aquesta narració una noia del Mèxic dels 70 descobreix per casualitat una icona viva, Janis Joplin, i aquest descobriment remou l'entramat de pressupostos i regles sobre el qual ha construït la seva vida. És una noia formal, i estudia en un internat de monges. Fins que es creua en el seu camí la imatge de Janis. En aquest moment es tira a la carretera amb l'objectiu d'anar fins a la cantant per conèixer-la, la qual cosa provocarà al seu entorn un desplaçament de forces que dóna molt joc narratiu. En essència és una obra que parla del camí, i el camí com a tòpic literari és un trassumpte de la vida. No va ser premeditat, i m'agrada comprovar que aquest enfocament subjeu en la història de Eleanora Aguirre. En la meva primera novel·la, Un preso que hablaba de Stanislavski (Eds. Irreverentes, 2006), el protagonista era un actor que estava a la presó per raons fosques, que s'anaven descabdellant al llarg dels interrogatoris. Es parlava-hi de la responsabilitat de l'autor, com a creador i com a peça d'un món en dubte, però això tampoc va ser premeditat. La història segueix un desenvolupament propi amb elements de novel·la negra, i es pot llegir com una història tancada, sense més. A mi em sorprèn, quan veig ambdues novel·les en la distància, que hi hagi certa coherència en els punts d'interès que desenvolupen: primer, l'autor dirimeix la qüestió de quin va a ser el seu paper, quina funció albira en la seva obra; després es llança al camí, a la realitat corpòria i gairebé sempre adversa. Ara suposo que hauria d'escriure sobre forces que juguen en aquest món, sobre el Bé i el Mal. I en efecte, en això estic treballant.
Llxll: Què cal per editar avui a l’Estat espanyol?
Ningú ho sap molt bé. És el problema de qualsevol que es dediqui a alguna forma d'art a Espanya, que no hi ha canals definits per donar a conèixer la pròpia obra. L'atzar és un factor important (que inclou un cercle de relacions, premis literaris en els quals es participa, etc.), però també ho és la constància en el treball. Un autor o autora té l'obligació de formar-se, llegir en quantitats industrials i, de manera simultània, participar en concursos, col·laborar amb revistes, etc. La possibilitat d'editar sorgirà d'aquesta confluència de treball i atzar.

Llxll: Com treballa? És a dir, té alguna metodologia, mania…
Obsessió, més aviat. Llegeixo compulsivament alternant entre literatura clàssica, S. XX europeu i noves tendències. També gènere negre, per descomptat. El moment de començar a escriure em provoca neurosi. La planificació, el joc amb els milers de possibilitats que es despleguen des de la idea original, les *subsecuentes milers de decisions, els retocs en la redacció, en fi, el procés d'escriptura també em provoca neurosi. Per pal·liar-la obro espais de temps entre unes fases i unes altres en els quals no escric, o llegeixo coses molt dispars. Noto que així s'aplaquen els nervis i puc analitzar amb més fredor el progrés de la novel·la. Acabada aquesta *gigantomaquia, el major compliment que em poden dir és —com m'han dit en ocasions— que “la novel·la evidencia que l'autor va gaudir mentre la construïa”. Compensa les nafres que queden en acabar.
Llxll: Aquesta pregunta la fem sempre que tenim l’oportunitat... Per què escriu un escriptor?
Pel terror a l’anorreament. La constatació que es pot travessar el món amb els ulls com a plats i desaparèixer sense que quedi constància. L'escriptor escriu a crits per evitar aquest anonimat que l’aboca a l'angoixa. Després, en el camí, un descobreix que l'escriptor també té una responsabilitat, enfront de l'Art, d'obrir camins nous; i enfront del seu Món, de mantenir una veu crítica. El mòbil econòmic és principal en molts casos d'autors consagrats, però no ho recomano. Conec mètodes de guanyar diners més ràpids i amb majors nivells d'impunitat.

Llxll: Recomani'ns alguns dels que per a vostè són els millors escriptors de novel·la negra de la història.
Una llista, capritxosa: Jim Thompson, Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, Raymond Chandler.

Llxll: Independentment del gènere negre, ens podria recomanar un parell de llibres que per a vostè són imprescindibles per a un bon lector?
Aviso: parlo de llibres que a mi em resulten fonamentals. Reuneixen una temàtica excel·lent al costat d'una forma que considero gairebé perfecta. No pontifico en recomanar-los.
Entre els clàssics recomano a Robert Walser, Jakob von Gunten; els relats de Julio Cortázar i de Borges; El gran Gatsby, de Scott Fitzgerald.
Dels actuals hi ha tres que marquen sengles molt personals i apassionants: Mario Cuenca Sandoval, en El ladrón de morfina; Willy Uribe en Cuadrante Las planas; i Agustín Fernández Mallo en El hacedor (de Borges): remake.
 

martes, 12 de junio de 2012

En Zaragoza, "Los portadores de sueños"

El autor, Santiago García Tirado, y la escritora Virginia Aguilera, recrearán el mundo de los 70 mientras siguen el rastro de Eleanora Aguirre, huyendo por el desierto en una Chevrolet del 50. La música que suena es de Janis Joplin.

Será en "Los portadores de sueños" (cerca de Pza. España, en Zaragoza), sobre las 19,30 h. Organiza Ediciones Irreverentes.

Y allí estaremos.




Eleanora Aguirre en Artería-Elche

Las fotos son de Benya Acame, que capta la atmósfera desde otra dimensión. Cantó Clara Portal en el papel de Janis. Noemí Peidro leyó escenas de Eleanora Aguirre.
Yo bebí cerveza y lo pasé en grande.

sábado, 12 de mayo de 2012

Reincidente


En octubre de 2003, el premio Teruel de relatos, uno de los grandes dentro de la narrativa breve, fue a parar al relato “Un fotógrafo en la siesta”. En él narraba las (supuestas) circunstancias en que Manuel Álvarez Bravo tomó esta foto: 


Ya ven que mi mirada hacia México viene de largo.

AQUÍ pueden descargar el relato en formato ePub.


sábado, 5 de mayo de 2012

Crónica de la Feria de Valencia, para sigueleyendo.es


La Feria del Libro de Valencia
Santiago García Tirado
Es malo estar de Feria del Libro en Valencia y no poder sustraerse a esa dimensión que es encontrarse en Valencia. No hay nada que objetarle a la Feria. Es un mundo de luz y de color, y lo puebla gente festiva, abundante. No hay uno, sino seis, siete espacios entre los que elegir cuando uno se cansa de mirar casetas. Por ejemplo, si uno se deja caer por la caseta de la organización, es posible que incluso pueda charlar un rato con Nacho Escolar, de lo que quiera y sin prisas. La gente pasa, y hay mucha, es cierto, pero pasa sin sobresaltos. Nacho Escolar está mano sobre mano. Tiene en el mostrador una novela, 31 noches, y veo que es obra suya. Acaba de lanzarse a la ficción con una negra nada menos. Hablamos de su paso por Público, y de su proyecto en ciernes, eldiario.es. Lo dejo y sigue sin aparecer nadie a tomarme el relevo. 

Un rato antes había estado igual el premio Alfaguara Luis Leante, y supongo que no ha sido muy diferente con los demás autores. A lo mejor esa imagen define bastante bien lo que es Valencia y me permite justificar por qué no consigo sacarme de la cabeza la dimensión Valencia, por qué me siento inseguro, tan vulnerable.

Las chicas X. Puede que alguna culpa la tengan las chicas X, pienso. Aparecen en cualquier parte y se llevan lo que sea, un apéndice de tu cuerpo, un pedazo de tu bocadillo. Un pedazo de siesta, tu riñón, si es que estaba en lista de espera. Son insaciables. Las chicas X de hecho pasaron por la Feria antes de ser instalada y se llevaron parte de las subvenciones. En los últimos 4 años, no menos de un 75 % de las subvenciones. Lo dijo la directora, Glòria Mañas, durante la presentación ante la prensa. Si se tiene en cuenta que las chicas X nunca han osado entrometerse en la vida valenciana en presencia de Papas, Calatravas, y afines, pero sí en los presupuestos de escuelas públicas, y hospitales, y centros de investigación, tal vez se entienda mejor lo que es la dimensión Valencia. Llevo dos horas visitando casetas y no me atrevo a ir al baño para no constatar que en mi ausencia libresca tal vez hayan privatizado el servicio. 
A primera hora del día he estado en un espacio habilitado como plató de TV entre las casetas. He encontrado tres o cuatro personas y me he sentado a escuchar. Con tan poca gente, Luis Leante me ha reconocido enseguida. A mi espalda el tráfico era fluido. Los perros se comportaban. Los niños estaban peor adiestrados, pero la convivencia era llevadera. He escuchado la entrevista. Luis Leante presentaba Cárceles imaginarias, una novela ambientada en la época de la colonia española en Filipinas. Pienso que es un tipo honesto al que nadie le ha regalado nada. Mientras otros se lamentan, Leante es un narrador de método, con horario de trabajo, fase de documentación, en fin, todo eso que otros más estridentes menosprecian por antiguo. Con Cárceles imaginarias llega a su tercera novela en Alfaguara, después de Mira si yo te querré (premio Alfaguara 2007) y Luna roja (2009). No es mediático, no se le ve cabildear entre camarillas. No deja de trabajar nunca. 
A unos metros del Espai plató se encuentra otro similar, pero sin cámara de vídeo, ni focos, ni mobiliario de jardín, que según el plano se denomina Espai micro. En el espai micro el micro funciona mal y yo empiezo a acordarme de las chicas X. Miro a todas partes y no las veo, pero ni así consigo calmarme. Hay prevista una mesa redonda con Mónica Oltra, Sergi Durà y Ana Noguera. Me siento a esperar. También hay promesa de que vendrá Carmen Alborch, pero al final no va a llegar . Tendrá hora en la pelu. En todo caso, soy comprensivo. Somos todos tan comprensivos y tan valencianos. En este caso se produce el efecto mímesis, y la gente se va sentando cuando ve que otros nos vamos sentando. Llegamos a un número de treinta por lo menos. La charla tiene como motivo la presentación de un libro en el que participan varios políticos y pensadores: Voces democratistas, un libro que reúne artículos en los que se indaga en el estado actual de la democracia española, y la valenciana en concreto. Se habla de las chicas X. Se habla de delincuentes travestidos en políticos. Se dice que la democracia está enferma, y entonces se me disparan las alarmas. Es mal momento para caer enfermo en esta comunidad. Me niego a aceptar ese diagnóstico. Lo que no dejo de hacer es mirar a todos lados por si en algún momento llega esa banda de salteadores vestidos de azul que suele aparecer en esta ciudad cuando a alguien se le identifica como enemigo. Pienso: estoy en una concentración en espacio público, he respondido a esta convocatoria en internet, me encuentro sentado en una silla en actitud pasiva: cumplo por tanto con todos los requisitos para ser llevado a Picassent en una lechera. Empiezo a sudar. Bueno, hace sol y me está dando de lleno en la cabeza, tal vez tenga también algo que ver.

Los rumores que apuntan a la llegada de Miss R.B. comienzan a propagarse con el sol bien alto. Es la hora de comer, y hay buena luz para las fotos, condiciones suficientes para que Miss R.B. haga una aparición pública. El aire lleva en suspensión esporas malignas y la gente comienza a estornudar. Yo me mantengo entero. Aventuro incluso que no va a venir Miss R.B. El día de la inauguración ya pasó por aquí y dijo cosas muy interesantes con las que quedó suficientemente retratada para la posteridad, y no creo que vuelva a intentarlo. Dijo algo en torno a la imaginación y los nuevos retos. De dinero no dijo nada. De emprendedores, tampoco. Los libreros son un segmento empresarial aún sin definir en el argumentario de Miss R.B. Qué verbazo, por Dios, el de Miss R.B.
Por la tarde, las propuestas en el recinto ferial se disparan. Hay tres, cuatro a la vez. Paso por delante del baño y sigo sin fiarme de ya esté privatizado, declino la sugerencia. En varias dependencias del Museu de Ciències se preparan mesas redondas, todas andan a vueltas con la política. Hay motivo, más allá de las chicas X. Elijo la sala donde actúan Rosa Mª Artal, Lluís Bassets y Nacho Escolar. Todo está muy animado, se esperan cosas. En el jardín un cisne me ha seguido con la vista y se me ha atravesado la idea de que esa noche el cisne va a cantar. Veremos. 


Nacho Escolar toma la palabra para hacer un repaso a lo que fue el movimiento del 15-M. Sus orígenes. Su evolución. El cortejo a que fue sometido. Habla de Valencia, donde aparecieron los vándalos del mono azul con aquello de la #primavera. Le da la réplica Rosa Mª Artal que se ha abonado a la sonrisa revolucionaria. Me la imagino de vuelta de una mani del 68, y me la imagino así como está hoy. Cree en el futuro, y yo me alegro de que crea tanto, y le pido que siga creyendo y que lo haga también por mí y por todos mis compañeros. Menos bullicioso se muestra Lluís Bassets que se dedica a hablar de la primavera árabe. Mucha primavera. Nos dicen los tres que algo está cambiando, lo dicen como un coro de Bob Dylan, y me provocan unas ganas incontenibles de cantar. Me están excitando con las feromonas de la fe en el futuro. Luego interviene el público, y la excitación crece hasta el punto de que consigo olvidarme de que esto es Valencia, y aquí no vale nada, ni siquiera la primavera, para exorcizarse del desespero. Vamos pisando terreno sólido. Sin embargo, alguien lanza la pregunta sobre cuál ha de ser el próximo paso. Alguien pide que entre tanto experto en el tema por fin se formule dónde y cómo habrá que actuar para detener la locura de esas gorgonas del neoliberalismo que son las chicas X. Pero nadie dice nada. Nadie sabe nada, esa es la realidad. Las chicas X saben todo y siguen arrasando, pero aquí nadie sabe nada. Le guiño un ojo a la Artal y le pido por lo que más quiera que siga creyendo, y que no deje de hacerlo por mí, y por todos mis compañeros. Todo esto me pasa por haberme metido en la sala donde se trataba de no ficción. En la de al lado está a punto de arrancar una performance poética. Es mi oportunidad de rociarme de literatura. I’m a fucking poet, se titula. 
La poesía no es antídoto. La poesía no cambia el mundo. La poesía no decepciona. 


El grupo Poetiks despliega un espectáculo variado, desopilante, insidioso. En la puerta alguien les ha preguntado que qué van a hacer allí dentro, y uno de ellos ha respondido que lo suyo es polipoesía. ¿Como Accidents Polipoètics? Sí, pero nosotros lo hacemos mucho mejor, ha dicho. A este le he pedido también que siga creyendo, y que también lo haga por mí. Aunque sea un poquito cada noche antes de acostarse.
En el exterior nada se ha inmutado en el tiempo en que he desaparecido, constato. La gente sigue pasando. Ajena. Hay un grupo que toca sobre un escenario poemas musicados. Hay más niños y bicicletas por todas partes. Y papás que berrean más que los niños. En las casetas se observa movimiento de gente que mira y hojea libros y a veces compra. Nada me anima a abandonar la intranquilidad. En el parque he vuelto a cobrar conciencia de mis coordenadas. Es 1 de mayo. Y esto es Valencia. Y nadie sabe lo que hay que hacer para acabar con esta deriva morbosa en que estamos bien encauzados. 
Los libros no nos salvan, pienso. No, al menos en ese sentido. 
Se me ocurre, sin embargo, que habría sido bello hacer un ejercicio de literatura en vivo a eso del mediodía. Aprovechando la incertidumbre de la hora, habría sido maravilloso si de repente alguien hubiera puesto fin a las inconcreciones de tanto debate programático. Pongamos por caso a Mónica Oltra, si se hubiese puesto en pie y hubiera dado la orden de seguirla al tiempo que se sacaba una teta al aire y se lanzaba a la masa con una bandera en ristre, la que fuese. Eso habría sido cotidianidad y habría sido literatura en un solo plazo, como ese momento fuera del tiempo en que vive una fábula. Me habrían faltado montañas de muertos para seguirla a donde dijese. De hecho tengo siempre listo mi sombrero de copa y un rifle para cuando las palabras ya no sirvan frente a las chicas X y alguien diga que por fin hay que marchar hacia delante. Si luego en una noche así canta el cisne o no, me la pela. Lo digo francamente.

domingo, 29 de abril de 2012

La balada de Eleanora Aguirre


Esto es ahora una novela. Pero dentro de unos días ya será un libro.


Texto de contraportada:

Eleanora Aguirre se confiesa así, a punto de concluir su historia: No necesito nada. Quiero estar aquí un tiempo, conocer gente, vivir esto que está pasando aquí, luego ya veremos. Casi todas sus intenciones se hallan con- densadas en esa frase. Bueno, falta un detalle: Y conocer a Janis. En los primeros compases de la novela le ha dicho a una amiga: Mira: Monterrey. Si en Monterrey hay gente como esa Janis, no sé qué chingados hago yo en este internado. Aquí no vamos a ver nada del mundo. A una hippie que conocerá más tarde le espeta: Todo eso es una forma de huir. ¿De qué huyen ustedes?

Esta novela es la narración de un viaje.

Corren los años 70 y México es ancho y ajeno a los ojos de Eleanora Aguirre. Pero no es temible. O no lo suficiente como para agarrotar sus pies. En el camino hay gente diversa y hay ciudades y hay música, en todas partes músi- ca: corridos y rock, y rancheras y rhythm & blues. ¿Alguien dijo Joplin? Sí, Joplin también está en el horizonte. La brújula de Eleanora Aguirre se obceca en marcar la dirección hacia Janis Joplin. Eleanora es una muchacha y es una metáfora. Habla de los descreídos, de los que dudan, de los que deciden irse. Es una apología del flâneur. Del inadaptado también, que acaso sean una sola y la misma cosa. En el aire suena Vietnam, y Tlatelolco, y cantan hippies, y otros preparan la revolución. Pero lo que fascina es el camino.

Esta novela es la narración de un viaje.

viernes, 13 de abril de 2012

En sigueleyendo.es, debatiendo con S.S.



De un debate con Susana Sánchez, de sigueleyendo.es, surgió este artículo. Basta con pinchar en la foto para leerlo completo.


Y tomen nota de paso: la web que surgió de la esa cabeza inquieta de Cristina Fallarás hace apenas un año se ha erigido en el medio idóneo para mutantes. No hay novedad que directa o indirectamente no pase por sus páginas.


Mi homenaje, desde aquí.

miércoles, 11 de abril de 2012

Next Level: Are you ready?





Los chicos jugaban. Los chicos amaban jugar todo el tiempo que tenían disponible. Las chicas también, pero las chicas se enredaban en cosas incomprensibles en las que nadie ganaba, como la comba o la goma. Los chicos amaban ganar. Llegar más lejos. Meter más goles.  Si no había perdedores no había fiesta en la que dar botes de alegría. 
Los chicos crecieron, pero el amor por el juego no los abandonó. Cambiaron de imagen, la testosterona repercutió en su aspecto; la afición por el juego seguía intacta. Desde la fase del espejo habían sido idénticos, con Lacan o con Hofstadter.  Con los años comprendieron que las coordenadas habían variado, el escenario, las herramientas. La esencia no. Había un salto simple entre el monopoly y estudiar Administración de Empresas. Entre echarle huevos a un partido de alevines y negociar una comisión en una concejalía cualquiera. Un recuerdo vago de su primera fase del espejo en cada negocio que implicara una deformación de la realidad (especular es lo que hace un espejo). Se hicieron tan maravillosos que ya no cabían en el tablero. Mierda de tablero, dijeron; hay que hacerlo más grande. Y hay que pensar en otras reglas. Reglas veloces, reglas S. XXI. Mejor que eso: hay que ampliar la visión. Ahora todo va a ser campo de juego. Lo llamaremos mercado. Chicos traviesos, pero listos. Cómo decirles que las cosas de comer no servían para jugar, ¿cómo hacerles esa Gran Faena?
Llegó la hora de cambiar de juego. A los estados les dijeron que tenían que quitarse de en medio, que no encajaba en sus reglas que los estados ejerciesen la cosa lúdica. Así se llevaron las compañías de teléfonos, las compañías eléctricas, las petroleras. Alguno dijo que los chicos no deberían meter baza en esos sectores estratégicos, pero ellos consiguieron desacreditarlo con suma facilidad. El juego era postmoderno, y el juego iba en serio. Al final decretaron: la mentalidad, todo estaba en la mentalidad. Y la mentalidad del pasado era un rescoldo de puritanismo sensiblero, eran remilgos inoculados por aquellos mismos que en los recreos de la infancia se habían acostumbrado a perder. Había una característica exclusiva de chicos jugadores llamada Mentalidad Empresarial. Y era lalecheenbote.   
Todavía recuerdo el día en que aparecieron los chicos en los institutos y universidades con un ISO 9002 debajo del brazo. Eran grandes. Eran jugadores, sí, pero visionarios como ninguna otra generación los había conocido. La Mentalidad Empresarial entró arrasando en los colegios y universidades, y luego llegó de forma natural a lugares inverosímiles como los hospitales. La gente se preguntaba: ¿Qué beneficio podía dar un hospital?  Pero eso eran detalles sin importancia para los chicos. Así llegaron a la gestión de las pensiones. Y llegaron al teatro. Y llegaron a la música. Y a las librerías. A las religiones. Y al sexo. La Mentalidad Empresarial lo tiñó todo del color de los chicos.


Desde hace un tiempo parece que los chicos están pidiendo el próximo nivel. Ahora todo se ha quedado en negro y no se oye más que un pitido continuo, como el de un cardiómetro que se para. 
No sé si los perdedores estaremos listos para el próximo nivel.


sábado, 3 de marzo de 2012

Y esto dicen de Todas las tardes café dos años después



Joaquín Collado

No sé si uno encuentra un libro o un libro encuentra a uno, pero si se produce la coincidencia con Todas las tardes café en cualquiera de las dos modalidades, no la deje escapar, porque el destino o el azar habrá puesto en su camino una de esas pocas obras que dejan huella.

Santiago García Tirado consigue en esta colección de 37 relatos algo al alcance de muy pocos: hacer literatura, cosa muy distinta a perderse en florituras del lenguaje. Antes bien, el autor logra conciliar forma y fondo (me niego a abandonar esta distinción ante la avalancha de formas sin fondo y de fondos sin forma) de un modo exquisito con unas narraciones que van desde el mazazo en la conciencia hasta el más puro divertimento, destilando todas ellas el intenso sabor del mejor café. No hay más que leer al inicio del libro el relato Las cartas ya no llegan al desierto para darnos cuenta de que nos encontramos ante un escritor de primera línea que nos conduce suave e inexorablemente con su lenguaje y con la ilación de los acontecimientos hasta un final que nos remueve en el asiento y nos conmueve en el alma (o lo que quiera que se le parezca) sin precipitarse en el sentimentalismo que siempre acecha a los homenajes.
Algo similar ocurre en Retrato sobre asfalto con ruido a lo lejos o Alguien dijo que coleccionaba nombres, donde la tragedia se va insinuando a medida que avanza el relato sin que sepamos qué nos va a deparar, para precipitarse finalmente de un modo tan contundente que hace enmudecer al lector mientras los personajes siguen hablando y actuando.
Pero junto con textos de hondo dramatismo como los anteriormente citados y otros de similar calado, García Tirado combina pequeñas piezas donde destila un fino humor e ironía dignos de ejercer magisterio. Es suficiente con leer, por ejemplo,Modernos o Ese flujo inescrutable o los intercalados en cursiva de Cualidades de las cerillas para darnos cuenta de que nos hallamos ante relatos que confirman, después de su novela Un preso que hablaba de Stanislavski, a un escritor en plena madurez, a un observador exquisito capaz de extraer las historia que no sólo las personas, sino también las cosas, llevan dentro. No en vano, como el autor escribe en Historia incongruente, o sea, cuento, “Las historias son siempre hijas de mentes románticas. Al final, como se ve, la historia era puro cuento, pero sin doctrina”. Más que puro cuento, cuento puro, destinado a perdurar.

Ficha:
Todas las tardes café
Santiago García Tirado
Ediciones Irreverentes
Madrid 2009
187 páginas
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Joaquín Collado es periodista y escritor. Su última novela publicada es Los crímenes del Chakra, E.C.U., Alicante, 2011

miércoles, 11 de enero de 2012

Premio para "La Balada de Eleanora Aguirre"

En un par de meses estará en las librerías "La balada de Eleanora Aguirre"
Esto es el primer pulso que le toma a la novela el diario Información.