domingo, 29 de abril de 2012

La balada de Eleanora Aguirre


Esto es ahora una novela. Pero dentro de unos días ya será un libro.


Texto de contraportada:

Eleanora Aguirre se confiesa así, a punto de concluir su historia: No necesito nada. Quiero estar aquí un tiempo, conocer gente, vivir esto que está pasando aquí, luego ya veremos. Casi todas sus intenciones se hallan con- densadas en esa frase. Bueno, falta un detalle: Y conocer a Janis. En los primeros compases de la novela le ha dicho a una amiga: Mira: Monterrey. Si en Monterrey hay gente como esa Janis, no sé qué chingados hago yo en este internado. Aquí no vamos a ver nada del mundo. A una hippie que conocerá más tarde le espeta: Todo eso es una forma de huir. ¿De qué huyen ustedes?

Esta novela es la narración de un viaje.

Corren los años 70 y México es ancho y ajeno a los ojos de Eleanora Aguirre. Pero no es temible. O no lo suficiente como para agarrotar sus pies. En el camino hay gente diversa y hay ciudades y hay música, en todas partes músi- ca: corridos y rock, y rancheras y rhythm & blues. ¿Alguien dijo Joplin? Sí, Joplin también está en el horizonte. La brújula de Eleanora Aguirre se obceca en marcar la dirección hacia Janis Joplin. Eleanora es una muchacha y es una metáfora. Habla de los descreídos, de los que dudan, de los que deciden irse. Es una apología del flâneur. Del inadaptado también, que acaso sean una sola y la misma cosa. En el aire suena Vietnam, y Tlatelolco, y cantan hippies, y otros preparan la revolución. Pero lo que fascina es el camino.

Esta novela es la narración de un viaje.

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