sábado, 3 de marzo de 2012

Y esto dicen de Todas las tardes café dos años después



Joaquín Collado

No sé si uno encuentra un libro o un libro encuentra a uno, pero si se produce la coincidencia con Todas las tardes café en cualquiera de las dos modalidades, no la deje escapar, porque el destino o el azar habrá puesto en su camino una de esas pocas obras que dejan huella.

Santiago García Tirado consigue en esta colección de 37 relatos algo al alcance de muy pocos: hacer literatura, cosa muy distinta a perderse en florituras del lenguaje. Antes bien, el autor logra conciliar forma y fondo (me niego a abandonar esta distinción ante la avalancha de formas sin fondo y de fondos sin forma) de un modo exquisito con unas narraciones que van desde el mazazo en la conciencia hasta el más puro divertimento, destilando todas ellas el intenso sabor del mejor café. No hay más que leer al inicio del libro el relato Las cartas ya no llegan al desierto para darnos cuenta de que nos encontramos ante un escritor de primera línea que nos conduce suave e inexorablemente con su lenguaje y con la ilación de los acontecimientos hasta un final que nos remueve en el asiento y nos conmueve en el alma (o lo que quiera que se le parezca) sin precipitarse en el sentimentalismo que siempre acecha a los homenajes.
Algo similar ocurre en Retrato sobre asfalto con ruido a lo lejos o Alguien dijo que coleccionaba nombres, donde la tragedia se va insinuando a medida que avanza el relato sin que sepamos qué nos va a deparar, para precipitarse finalmente de un modo tan contundente que hace enmudecer al lector mientras los personajes siguen hablando y actuando.
Pero junto con textos de hondo dramatismo como los anteriormente citados y otros de similar calado, García Tirado combina pequeñas piezas donde destila un fino humor e ironía dignos de ejercer magisterio. Es suficiente con leer, por ejemplo,Modernos o Ese flujo inescrutable o los intercalados en cursiva de Cualidades de las cerillas para darnos cuenta de que nos hallamos ante relatos que confirman, después de su novela Un preso que hablaba de Stanislavski, a un escritor en plena madurez, a un observador exquisito capaz de extraer las historia que no sólo las personas, sino también las cosas, llevan dentro. No en vano, como el autor escribe en Historia incongruente, o sea, cuento, “Las historias son siempre hijas de mentes románticas. Al final, como se ve, la historia era puro cuento, pero sin doctrina”. Más que puro cuento, cuento puro, destinado a perdurar.

Ficha:
Todas las tardes café
Santiago García Tirado
Ediciones Irreverentes
Madrid 2009
187 páginas
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Joaquín Collado es periodista y escritor. Su última novela publicada es Los crímenes del Chakra, E.C.U., Alicante, 2011

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